¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA?
Es sabido que la soja representa un aporte fundamental de proteína en las dietas de aves y cerdos. Su elevado tenor proteico y composición en aminoácidos esenciales, la han posicionado como la oleaginosa que permite formular dietas para alta producción. Además, es posible incluir según el producto industrial elegido ( soja fullfat, extrusada o harina peleteada) un aporte de energía y nutrientes del aceite remanente del proceso.
El proceso al que se someta el grano es muy importante en determinar qué coproducto se dispondrá.
¿Porqué es necesario cocinar el grano de soja para darlo a las aves y los cerdos?
El grano de soja contiene algunas sustancias que llamamos “factores antinutricionales”. Se trata de sustancias naturales producidas por el metabolismo de las plantas para defenderse de microorganismos, insectos y pájaros o en ciertas circunstancias cuando las mismas sufren de estrés.
Se conocen como antinutricionales ya que su efecto en el organismo animal (monogástricos) afecta la digestión, causa inflamación, pérdida de nutrientes y puede comprometer la vida. Si bien son varios grupos de sustancias implicadas, cabe destacar los IT (inhibidores de tripsina), la glicina y betaconglicina y las lectinas. La ureasa, aunque estrictamente no sea un factor antinutricional, se utiliza como marcador de la presencia de estos.
Afortunadamente, estos factores son sensibles a la temperatura, de manera que se destruyen ante el calentamiento.
¿Qué podemos ver en producción de aves y cerdos cuando usamos coproductos de soja con altos niveles de factores antinutricionales?
Cuando se incluyen en las dietas de monogástricos coproductos de soja que han recibido un insuficiente tratamiento térmico, quedarán niveles elevados de las sustancias que describimos anteriormente. Esto afectará el desempeño productivo bajando la conversión del alimento, haciendo lotes desparejos, no alcanzando los objetivos de ganancias de peso o de aves de postura y eventualmente ocasionando mortalidad.
¿Qué indicador podemos tener respecto a un buen proceso térmico de la soja?
El indicador más utilizado de un proceso industrial eficiente de inactivación de la soja es el Indice de actividad ureásica (Indice de ureasa o IU). Se trata de una medición sencilla y confiable, cuyos valores ponen de manifiesto si el tratamiento térmico fue suficiente. Se expresa como unidades de ureasa aunque en verdad lo que indican esos valores es cuánto varió el pH de una solución cuando se pone en contacto con la muestra a estudiar.
Si bien las normas vigentes aceptan valores de ureasa de hasta 0.2 UpH , hay evidencias técnicas en aves respecto al beneficio productivo de los productos con valores mucho más bajos. En este sentido, se tiende a que los valores sean inferiores a 0.05 UpH.
Otro indicador muy valioso de inactivación es la Actividad antitrípsica o AT presente en el coproducto. Esta representa el nivel de antitripsina presente y se expresa en Unidades inhibidoras de tripsina. Los valores deseables se encuentran entre 2 y 5 UTI aunque pueden aceptarse hasta 10 UTI.
Además de una correcta inactivación, los coproductos proteicos de soja tienen que estar en los rangos correctos de digestibilidad para que su aprovechamiento sea óptimo. En este sentido, si el proceso industrial sobrecalienta el grano, dará como resultado una menor digestibilidad, lo que se pone en evidencia con un color oscuro (marrón) producido por la unión de proteínas y azúcares (Reacción de Maillard) que impide la digestión proteica. Este parámetro puede objetivarse con pruebas de laboratorio como la solubilidad en KOH (rango normal entre 75 y 85 %)
En resumen, el tratamiento térmico de la soja para su uso en dietas de aves y cerdos debe ser el precisamente correcto pero sin exceso de temperatura y tiempo de proceso. Se consigue de esta forma un óptimo balance entre inactivación y digestibilidad. Con ese correcto balance se asegura un óptimo aprovechamiento en las dietas.